sábado, 17 de octubre de 2009

Mi primer choque con la realidad de Cuba


Foto: RC

Mi amiga ya tenía arreglado el taxi que me llevaría del aeropuerto hasta la casa de su cuñada, donde se encontraría con su esposo, quien tenía un carro estatal que por supuesto no podía utilizar para ir al aeropuerto internacional. Nos metimos por unas calles y pronto ya estábamos allí.

Llegué a una casa cubana, gente común, de no muchos recursos económicos. Yo tenía muchas cosas que contar. Bajé el escueto equipaje, entré, saludé, abrazos, risas. Saqué una botella de ron bien venezolano y brindamos. Nadie le puso hielo o cola al ron: se lo tomaron en strike. Todos muy felices hasta que les pregunté sobre la bloguera Yoanni Sánchez y por Panfilo, que por esos días estaba en boga.

Los primeros comentarios fueron que esa bloguera era pagada por el imperio y que así cualquiera podría echarle una pelea al “comandante”, siempre y cuando sea pagado desde el exterior. Sobre Pánfilo que era un pobre alcohólico manipulado por unos “mayameros” pero que incluso no estaba preso, que lo habían visto caminando por las calles de su casa, que todo eso era pura publicidad…

La verdad traté de explicar mi punto de vista. Pero siempre me ha costado disimular mis ideas. Al oír tantos disparates que a veces no sé si fueron para provocarme y reírse de mí a solo 20 minutos de pisar suelo cubano, lo único que me pasó por la mente fue pedir muy seriamente que me sacaran de allí, si no infartaba antes.

Así es Cuba, días después esas mismas personas razonaban conmigo como irse del país de la forma más legal posible, incluso, se habló de lo fácil hacia Ecuador. Ya en el avión de regreso a casa pensaba en lo disparatado de la información en Cuba y no los culpaba a ellos -como siempre pasa- sino al discurso exigido que deben repetir en sus trabajos, en reuniones con amigos, en los CDR y creo que hasta llegan a creérselo.

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