domingo, 4 de enero de 2009

El hombre nuevo cincuenta años después



Cualquiera que utilice un buscador de internet para encontrar noticias sobre Cuba notará cuántas giran en torno al triunfo de 1959. Al igual que muchos, no perderé la ocasión de opinar sobre el proceso social o histórico más trascendental que ha vivido la isla y del cual soy partícipe o víctima, si se quiere.

Cuando nací, ya la Revolución de Fidel tenía doce años, no quedaban vestigios de la otra Cuba, se había declarado el carácter socialista, había pasado la crisis de los misiles, habían muerto el Ché y Camilo Cienfuegos, había ocurrido el éxodo masivo por Camarioca, ya existía la libreta de racionamiento de alimentos y la de la industria ligera, ya no se celebraba la Navidad y se había censurado a los Beatles…

Sin embargo, aún no habían muerto los miles de cubanos en la guerra de Angola, tampoco habían ocurrido el éxodo masivo por el Mariel ni la crisis de los balseros, en 1994. Seguí el juicio de Ochoa y el colapso del campo socialista, repetí consignas revolucionarias con vehemencia, fui a marchas de repudio al imperialismo y a los “gusanos”, a trabajos voluntarios, aprendí ruso (porque era el idioma de la colonia), tuve juguetes una vez al año hasta la edad de 10, vi dos canales de televisión (solo una hora de muñequitos o comiquitas rusos) y me leí no más de tres periódicos, todos medios oficiales del gobierno.

Definitivamente, estaba diseñado para ser el hombre nuevo que tanto hablaban los líderes de esa revolución. Yo y mis contemporáneos somos ese hombre nuevo, que como otros cubanos, tuvo como única opción el exilio y dejar atrás a su familia, amigos e identidad. Soy de los que no tuvieron libertad de expresión.



El hombre nuevo que aún vive en Cuba ha perdido la esperanza, no le importa si el presidente es Raúl o Fidel, porque ya no cree en más promesas, les hicieron el cuento a sus padres y ahora se lo tratan de hacer a ellos. Vive una inercia esperando las migajas resultado del chantaje político: si no vas a las marchas, a los círculos de estudio políticos de la sección sindical, a los trabajos voluntarios… no hay viaje al exterior, ni estímulos sindicales y estás condenado a la eterna soledad por no ser confiable.

Siente desarraigo en su propio país, le han hecho creer que por no ser revolucionario es un apátrida, un lumpen o un gusano y lo mejor que hace es irse a otro país, por eso se lanza al mar en un intento suicida tratando de llegar a un sueño. Que por trabajar por cuenta propia, es reconocido como vago ante los sistemas de vigilancia “revolucionaria”.

No conoce de tarjeta de débito, de cajeros automáticos, cómo rellenar un cheque, de transferencias bancarias, ni de tarjetas de crédito para comprarse un carro o una casa.

Es lamentable ver a los cubanos que llegan de misión a otros países cómo dejan de comer, de tomarse un café, por ahorrar unos centavos del viático asignado, para comprarse un televisor (cualquiera que sea), un dvd, una lavadora o tratar de llevarle un regalito a algún familiar, incluso al jefe, para que vea que lo tuvo presente mientras estuvo afuera. El síndrome de Estocolmo les juega una mala pasada.

Han pasado cincuenta años y a pesar de las creídas razones por las cuales ha sobrevivido el inviable sistema socialista creo que es mayor el daño o deterioro social creado en la isla. ¿Hasta cuándo seguirá el hambre y la desesperación en Cuba, el autobloqueo, el aparthei y las leyes contra el propio cubano?

Para colmo el presidente actual de Cuba dice en su discurso: “No nos hagamos ilusiones, debemos prepararnos para otros 50 años de lucha; lo digo no para asustar a nadie, es la pura realidad”. Todo está dicho, el mensaje del gobierno de Cuba a su pueblo continúa siendo de desesperanza y mucho miedo por la incapacidad de sus envejecidos gobernantes en sus cincuenta años de sobrevivencia.

1 comentario:

  1. El hombre nuevo ya tiene mas de 40 años pero ha envejecido mucho mas si se quedo en la isla. Soy de los que sali a buscar el futuro en otros parajes, a tener mi juventud libre de trabajos voluntarios, movilizaciones y tarjeta de la Oficoda. Al regresar a Macondo veo que mis contemporaneos parecen sombras de lo que eran hace menos de 10 años! Increible!
    Tienes mucha razon, "el cuartico esta igualito", alla nada cambia. El discurso del gobierno no ha cambiado, sin embargo, si ves clips de los años iniciales y los comparas con el discurso del 31 de diciembre, veras que en aquella epoca ellos tenian conviccion de lo que decian, ahora ni Raul se cree lo que habla.

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