miércoles, 19 de noviembre de 2008

Realidades Paralelas por Miriela González


"Adios esperanza" Imagen tomado por Rafael Ceiro, calle Carlos III (policlinico "Vang Troy"); La Habana, Cuba

Llevo casi un año en Venezuela, quién lo diría… Nunca pensé (realmente) que iba a vivir fuera de Cuba. Aunque esa es la posibilidad latente para todo cubano joven y no tan joven. En Cuba uno piensa que algo va a suceder, que va a mejorar la situación, que no va tener que acudir a esa opción para poder salir adelante.

El caso es que muchos traspasamos la puerta de embarque del aeropuerto y dejamos atrás tantas cosas: el abrazo de un padre y una madre tratando de contener las lágrimas mientras te dan ánimo para que no te vayas con esa sensación de abandono. Los demás familiares que acuden también tratan de extender al máximo esa despedida que dura desde que ya tienes la certeza que “te vas”, pues ya compraste un boleto para un día concreto, y no hay vuelta atrás.

Todos comienzan a verte desde ese momento con una gran tristeza como si se despidieran en vida. Lo cierto es, que en el caso de los cubanos, nunca se sabe cuando pueda ser el reencuentro, para muchos nunca llega.

Ya antes tuve que despedir a mi hermano, a mi esposo, mi cuñado, una amiga, y a otros ni siquiera tuve esa oportunidad, porque en Cuba, una salida se maneja como algo estrictamente confidencial. Cualquier cosa puede ser motivo de que “se caiga” el viaje, mucho más si es un viaje de trabajo del que pensamos “desertar”.

Así muchos toman el avión sin ni siquiera tener el derecho a despedirse por todo el tiempo que estarán ausentes, sino que se despiden por “unos días o meses” y nuca más los vuelves a ver.

En Cuba el exilio sigue siendo la única salida viable. Me alegra mucho saber que existen personas, que desde la isla, publican valientemente sus ideas, con las inmensas posibilidades que ofrece la blogosfera. No obstante, lo real es que son más conocidos fuera del país que allí mismo. Hasta que esa realidad no cambie poco se podrá hacer.

Posiblemente, a mi vecino por 30 años, Carlos, presidente del “comité” de mi edificio, le importe poco que la gente tenga que irse del país para llevar una vida más digna o que exista una joven cubana que tiene uno de los blogs más importantes y premiados de iberoamérica.

Para él, continúa la rutina de cobrar el “CDR” (Comité de Defensa de la Revolución), dar sus buenas o malas referencias (según le de la gana) cuando vayan a “veririficar” a alguien para poder trabajar en un lugar importante. Porque para Carlos, como para muchos otros, todo sigue igual.

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